viernes, 28 de noviembre de 2014

La independencia desde mi pueblo y en Navidad.



Regalos y propósitos se encuentran a la vuelta de la esquina. Entre las peticiones que se harán desde Cataluña, seguro que  estará  muy presente la independencia. Espero que este regalo envenenado se pierda por el camino, y que si llega no llegue envuelto entre promesas apetecibles pero irreales. Porque quizá ese regalo se abra esperando encontrar en él una mejor vida y cuando tal promesa no se cumpla, ya no se pueda devolver. No quiero que nadie traiga fronteras a un país que ahora debería estar más unido que nunca. Ya que aunque como país no hemos hecho bien los deberes, debemos remar todos juntos para salir de este momento económico, que aunque es verdaderamente malo puede ser peor si alimentamos movimientos como este, que en vez de ayudar, lo complica todo un poco más.

El nacionalismo debería servir para unir personas y no para separarlas, sin embargo, en los últimos años han surgido numerosos desencuentros entre Cataluña y el Estado español. Estos en su mayoría no deberían haber transcendido. El problema es que se han ido agravando,  en gran parte por la ineficacia y dejadez de nuestros líderes políticos sobre este tema. Esta situación se asemeja a la de aquel matrimonio en el que surge algún problema. Si el problema se habla,  este  desaparece, sin embargo en este caso, el problema se ha ido dejando hasta el punto que ha crecido demasiado. Ahora desde Cataluña nacen más voces que quieren el “divorcio”. Mientras que el Estado Español se ampara en las leyes para no dárselo. Se equivoca. No podemos obligar a nadie a estar a nuestro lado sino hacer que se sientan orgullosos de formar parte de España. Cuando esto se consiga serán pocos aquellos que sigan pidiendo lo que a mi parecer es perjudicial para ambas partes. 

Un gran número de catalanes no se siente  identificado con España, y eso es real. Pero son muchísimos los que quieren seguir siendo españoles. Legítimo es sentirnos orgullosos de nuestros orígenes y llevarlos allá donde vayamos,  pero hay una idea que defiendo que plantearon  grandes genios como Cela, Unamuno o Baroja, una idea que decía que el Nacionalismo se cura viajando. Y es que allá donde viajamos solemos llevarnos parte de esos lugares y dejar  en ellos parte de lo que somos. Por eso sin apenas haber pisado Cataluña, la llevo dentro de mí en tanto que llevo dentro amigos de allí.

Para mí el regalo más importante que recibo cada navidad no aparece bajo el árbol, ni junto a la chimenea. Suele aparecer  en las calles de mi pueblo. Y es que mi pueblo como la mayoría, es un pueblo de emigrantes. En Navidad, durante un par de semanas, aquellos que se fueron vuelven a la que fue su casa. Y lo suelen hacer con sus hijos. Algunos de los cuales se han convertido en amigos que pese a haber nacido en Córdoba, Madrid o en muchos casos en algún rincón de Cataluña, cada Navidad, Semana Santa o Verano visitan mi pueblo y van dejando aquí un poquito de ellos y de la tierra de donde vienen. No es justo que estos últimos,  amigos y amigas que viven en Cataluña, tengan que dejar de ser españoles cuando ellos quieren seguir siéndolo. Porque aunque hayan nacido en Cataluña y, en algunos casos puedan hablar mejor el Catalán que el Castellano,  se sienten tan españoles como yo. Por tanto nadie puede obligarles a dejar de ser lo que son, más aún cuando parte de su familia y amigos estamos aquí.

 Desde mi pueblo siempre he visto Cataluña como algo mío, porque la imagen que yo tengo de Cataluña no es la de Jordi Pujol o Arthur Mas, sino la de Eleazar, Juli, Paula, Marc y tantos otros catalanes que he conocido a lo largo de mi vida. No entiendo aquellas personas que están luchando por poner fronteras donde ni  las hay ni las debe haber. No creo que nadie sufra por seguir siendo español. En cambio el daño que se puede generar a esas familias que la frontera separaría o aquellas personas que tendrían que dejar de ser españoles simplemente porque otros  lo decidan, puede ser tremendo.  Dejemos de luchar por separar y luchemos por afianzar lo que nos une.

  Finalmente llegará la Navidad, me encontraré con estos amigos en el pueblo y realmente dudo que nos quedemos ante el televisor viendo a Arthur Mas y Rajoy  utilizar en sus discursos a la gente, gente como nosotros que no tiene ningún problema en seguir conviviendo. Seguramente mientras ellos discuten, nosotros nos iremos a tomar unas cañas, que es donde gente como mis amigos de Cataluña me han mostrado parte de su lengua y su cultura, donde hemos contado chistes de catalanes o de gente de pueblo, hemos visto partidos de España, o hemos cantado por Sabina o Serrat . En definitiva, donde hemos dado un ejemplo a estos individuos, demostrando que la gente de Cataluña y la del resto de España puede ser más feliz cuando está unida.